jueves, 12 de junio de 2014

¿Recuerdas la cueva? Deberíamos habernos quedado en la cueva.


Por primera vez el verano no me llama, o si lo hace yo no escucho su llamada.
Por primera vez mi idea de hogar se desdibuja ante mis ojos y amenaza con cambiar.
Por primera vez no quiero terminar, o quiero tal vez que ya, ahora mismo o mañana todo vuelva a comenzar.

He encontrado un lugar donde quiero quedarme.
He encontrado a gente con la que quiero estar y quedarme.





Alargaría los últimos días hasta lo imposible porque tengo la sensación de que había demasiado por vivir y poco tiempo para hacerlo.

Me quedaría en estos últimos días para los que sólo la alegría hace justicia al describirlos.
Se alejan ahora, pero permanecen vivos en el recuerdo, desde donde yo ya los echo de menos.


Con la fragilidad que trae consigo la noche no puedo evitar que suenen canciones, canciones que saben a despedidas y a tiempos pasados; a tristeza y melancolía.

Nos queda, al menos, la promesa de que el futuro es brillante y está ansioso por vernos a todos juntos de nuevo.