You're waiting for a train. A train that'll take you far away. You know where you hope this train will take you. But you can't know for sure. Yet it doesn't matter.
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¿Qué ocurriría si pudiésemos percibir el fugaz instante previo al inicio de la tormenta? Ese momento donde coexisten y bailan en una suerte de danza mortal calma e incertidumbre, brisa liviana y feroz tempestad.
Viajar al centro del caos, caos que como el veneno de la serpiente culebrea por el interior de las arterias y muerde para alcanzar hasta la última de tus células.
El miedo y la duda son un cáncer latente que no puede sino expandirse para matar nervios, músculos, órganos y pensamientos. Así, haciéndose dueño de los rincones más íntimos de tu ser, se apodera de tus sueños, deseos y voluntad.
A merced del huracán, sorprendido y desprovisto de protección, se abre al fin en ti el temido agujero negro: ese pozo abierto en el corazón mismo de la oscuridad que todo lo engulle, borrando cualquier rastro de todo aquello que un día hizo al mundo brillar.
La cicatriz se resiente, las viejas heridas amenazan con volver a abrirse…
Y tú permaneces impasible, inmóvil, preguntándote por el origen de una idea y por el devenir de todas las cosas.
¿Puede anticiparse un principio y el momento infinitesimal que antecede al desenlace final?
¿Qué se hace entonces?
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What is the most resilient parasite? Bacteria? A virus? An intestinal worm? An idea. Resilient... highly contagious. Once an idea has taken hold of the brain it's almost impossible to eradicate. An idea that is fully formed - fully understood - that sticks; right in there somewhere.