"Tenías miedo de tantas cosas... Hasta de ti misma.
¿Por qué? Yo no lo entiendo.
Pero me alegró verte el otro día. Allí, en la lejanía, en un rincón, estabas tú olvidándote de todo, de todo lo que no era importante, de todo lo que no te importaba, de todo lo que no merecías.
Me gustó verte libre de temores. Sin pensar. Me gustó verte vivir sin más. Sin más preocupaciones. Libre. Dejándote llevar.
Es curioso como tú, permanente insatisfecha, siempre abrumada por las ideas y los sueños, de repente decidiste prescindir de todas ellos y te limitaste a dejarte ir. Capturada en un pequeño pedazo de tiempo que te acunó en lo que a tus ojos fue un segundo y para mí fue eternidad.
Sólo necesitaste un pequeño empujón y después te meciste en aquel vaivén tan dulce que te recordó que las cosas podían ser emocionantes, sorprendentes, diferentes a las que imaginabas en tu cabecita llena de pensamientos incesantes.
Sé que hubieras congelado aquel instante, o acaso hubieras tomado una fotografía para haber podido recordar los detalles, las líneas de cada figura, las aristas de las formas, los colores de los dibujos, el tacto de las texturas y el olor de los movimientos.
En aquel momento no te importó lo que en otro tiempo te daba miedo o te ponía nerviosa. En aquel momento no te importó nada más. Y me hizo muy feliz porque por vez primera me sentí en armonía contigo al verte sonreír.
No olvides aquel rinconcito en el que, escondida, te mostraste de verdad; sin quererlo traicionaste a tu propio mundo para ser auténticamente real. Es allí, a aquel instante, a donde perteneces.
No vuelvas a tener miedo, por favor. No te lo puedes permitir."
«En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]».
Heráclito
Todo cambia, por suerte y por desgracia. Conforme todo a nuestro alrededor se transforma, nosotros lo hacemos también. A veces para mejor; otras para peor, pero siempre de acuerdo a la propia naturaleza del tiempo y de las cosas. No obstante, el cambio es la fuerza impulsora que nos abre las puertas hacia la consecución de nuestros más ansiados sueños.
Cada año es un ciclo que, al concluir, nos enfrenta a nosotros mismos y nos obliga a contemplar todo cuanto tenemos en ese instante: nuestra realidad. Y entonces hacemos balance, e intentamos volver la vista atrás para recordar dónde estábamos la última vez que nos encontramos en esa posición privilegiada.
Es en ese preciso momento, al percatarte de todos los cambios acontecidos desde la última vez, cuando descubres algo que permanece protegido de ese proceso insalvable de metamorfosis del que nada ni nadie puede escapar. A pesar del cambio se mantiene joven en su espíritu y radiante en su corazón. Es diferente, por supuesto, pero en el fondo sigue siendo idéntico al que era antes.
Pocas cosas resultan tan gratificantes como reencontrarse en el camino.
A pesar del cambio.
A pesar de la vida.
Sentir que vuelves a empezar; que retornas al punto cero.
Volver a verte donde te viste, volver a querer lo que quisiste.