miércoles, 30 de abril de 2014

sábado, 26 de abril de 2014

Apología de un sueño

Recuerdo ahora, desde una esquina en la memoria, con una sensación encontrada de nostalgia y alegría, cada uno de los detalles que hicieron de ti una joya perdida en el tiempo.

Nunca llegaste a entender lo que eras, lo que realmente eras para mí por aquel entonces. O quizá sí, y por eso hiciste lo que hiciste. No sé si puedo culparte porque yo en tu lugar quizá hubiera hecho lo mismo. Pensándolo bien, aún hoy me asusto de mí mismo cuando evoco todo lo que sentía cuando estabas a mi lado, así que tal vez la sorpresa fuese demasiado grande como para que pudieras soportarla.

Da igual. El caso es que esta noche, no sé muy bien por qué, me ha apetecido recordarte en toda tu extensión y en toda tu dimensión. Me apeteció volver a alumbrar con una luz menos viva ya pero más experta lo que todavía sigue escondido en mi cabeza, grabado para siempre en un lugar del cual me siento muy orgulloso de poder visitar, para mi propia y perenne tortura.

Resulta que te recordé. Repasé, mental -y quizá no tan mentalmente- cada detalle que conseguí dejar plasmado en mi retina. Recordé tu pelo, el maravilloso, sedoso y hermoso danzar de tu pelo al sol, el perfume único con el que decoraba el aire a su paso, la forma en la que lo mesabas, con mimo y con decisión, para resaltar al máximo todo su esplendor. Recordé tus ojos y tus labios, cada línea, cada arista de tu rostro trazada con esmero por un escultor magnífico; recordé que había un mar sin agua donde me solía perder con frecuencia, que era oscuro y a veces claro pero fascinante siempre. Me permití el lujo de rememorar ese otro paraíso perdido donde solía encontrar un abrazo cálido, húmedo, desafiante y fuerte, que pugnaba por demostrar que era más más atrevido y más dulce...

¿Por qué hago esto? ¿Por qué me hago esto?

Seguí, sin parar, trayendo de vuelta una imagen de tu nariz, de tu pequeña y graciosa nariz que gustosa se dejaba con frecuencia acariciar con delicadeza; de tus orejas, únicas porque siempre estaban dispuestas a escuchar hasta lo más absurdo que se me ocurriese susurrar.

Tantas imágenes hicieron nacer en mis ojos un pequeño arroyo que conforme descendí evocando tu cuello se transformó en un torrente furioso que dejó de poder ser controlado. Tu cuello... No habrá en el mundo palabra para describirlo. Jamás. Seguí bajando para sorprenderme otra vez, como siempre hago y siempre (me temo) haré, con los trazos rectos, ondulados y curvos de una escultura tan bella que ofendía a la propia belleza y hacía a los ojos temblar de dolor. No era perfecta pero para mí era inigualable. A pesar de ello, sabes muy bien que lo soporté porque habría sido un pecado no contemplarte hasta la saciedad, hasta desgastarte. Quizá eso fue lo que hice, al fin y al cabo.

No hablaré del mapa de tu cuerpo porque ni la Tierra misma es capaz de acumular tal variedad de orografía, salvaje y abrupta, pero sí me dejarás que me deleite un momento con la visión hermosa de las montañas, las colinas, las llanuras, los valles y los bosques que culminaban en el mar. No me perderé nunca más en un lugar tan increíble.

Por encima de todo estaba tu espalda. La onda que nacía en tu costado y se abalanzaba como una ola hasta alcanzar tu cintura, y más abajo. Recuerdo haber recorrido el páramo yermo de la piel de tu espalda tantas veces con mis dedos que hasta la carretera más larga del mundo se empequeñece al compararla con la extensión de tu espalda. El Universo es infinito y no estaba arriba en el cielo sino allí mismo, en ti.

Y por último estaban tus piernas y tus pies, esos pies dulces que te hacían caminar por este paraíso que es la vida. Esos pies que peleaban con los míos durante muchas noches y mañanas, al morir y al nacer de los días, deseosos de seguir juntos un camino que, ingenuamente creían, nunca se separaría.

Lo hizo...


Heme aquí ahora, destrozado con la compañía y presencia de los recuerdos, intentando comprender demasiados porqués y muy pocos qués de lo que ocurrió entre y con nosotros. Desconozco dónde estarás ahora y si serás feliz, como eras antes, o al menos un poco menos, o quizá mucho más. Me deshago lentamente al pensar en todo lo que fue y ya no es, en todo lo que pudo haber sido; y casi me quiero morir por ello pero en el último instante recurro a la poca cordura que me queda y me insto a no morir. A no morir para recordar, porque si me voy te olvidaré y eso es algo que no estoy dispuesto a hacer. No entregaré mi más preciado tesoro.

Desde hace mucho tiempo peleo contra la vida y contra mí mismo en una lucha extenuante que no ganaré nunca y de la que he salido humillado y derrotado mil y una veces, pero soy un necio que no aprende y no lo hará jamás.

Déjame escribir esto hoy que aún lo recuerdo. Déjame que lo recuerde para que también te recuerde a ti al hacerlo. Déjame hacerme daño de la forma más dolorosa que pueda.

No me lo impidas... porque así me aseguraré de estar contigo una última vez más.

jueves, 24 de abril de 2014

Gota a gota se hace (nace) el río

No me conoces.
No tengas miedo.

 Lo que ahora te inquieta en no mucho tiempo no será más que un borroso recuerdo. Desde donde yo te veo puedo sentir toda tu frustración; tus ansias de cambiar y de volar, de escribir con mano firme una historia que merezca la pena poder contar. Por eso debes ser paciente, ¡hasta las más grandes voluntades se han encontrado con férreas oposiciones, incluso de las débiles!

Debes dejar atrás todo lo que nubla tu mente y oscurece tu sonrisa. No mereces eso. No puedes merecerlo.

Vives en un mundo difícil, a menudo sordo a los gritos de socorro y de ayuda que nacen en lo más profundo de los corazones de sus habitantes. Es normal, por una parte, que te sientas solo, y muy extraño por otra, pues es un privilegio del que no todos pueden disfrutar. No sé si decirte que es un regalo; al menos considéralo como algo distintivo, que hace de ti alguien distinto y único.

En ocasiones te veo desde tan lejos que me entran unas ganas insoportables de acudir a ti y aliviar tu desconsuelo pero no puedo hacerlo. No debo.

He visto a más como tú: esos permanentes insatisfechos que caminan por la vida desesperados en pos de un sueño. Muy pocas veces, permíteme que te lo diga, les he visto alcanzarlo. No seas tan estúpido como para convertirte en uno de ellos. Sé valiente pero no temerario. Sé prudente pero no ingenuo. Sé... sé tú mismo.

¿Ves esa gota de lluvia que acaba de caerte en la mejilla? Esa gota de lluvia que es digna merecedora de una buena dosis de tu rabia y tu mal humor; que no tiene más culpa que la de hacerte sentir vivo. Sí, concéntrate en esa gota. Deja que te empape por dentro y te enseñe lo que es el momento, el aquí y el ahora, el instante en el que resbala y te produce un cosquilleo en la piel; el instante en el que deja un trecho húmedo; que se enfría al encontrarse con el viento... Da gracias a esa gota que se sacrifica desde el cielo para demostrarte que el presente es lo que tienes; lo único que tienes. Lo que más vale. Lo único que vale.

Ve ahora a casa y reflexiona. Reflexiona acerca de la gota y de cómo su contacto pereció ahora en el tiempo. Haz que ese momento quede grabado en tu memoria para que jamás olvides lo que te enseñó. Haz entonces de cada momento una gota de sabiduría en el camino del día a día.

Camina con confianza. Es todo lo que necesitas para que dentro de unos años, cuando se cierna sobre ti el atardecer; cuando te dispongas a poner el punto final de la última página de tu historia, puedas volver la cabeza atrás para contemplar el cauce de un río de aguas cristalinas y e infinitas gotas de lluvia que te lleva directo y sin pérdida hacia el mar.

Sonríe. Te lo habrás merecido.


No me busques, pues no me encontrarás nunca. Soy todo eso que tienes dentro; todo eso que siempre quisiste; todo eso que nunca tendrás. Todo lo que nunca serás.

sábado, 19 de abril de 2014

Darkness



I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish'd, and the stars
Did wander darkling in eternal space,
Rayless, and pathless, and the icy earth
Swung blind and blackening in the moonless air;
Morn came and went -and came- and brought no day...

lunes, 14 de abril de 2014

viernes, 11 de abril de 2014

Descubre



"La curiosidad es una de las más permanentes y seguras características de una vigorosa inteligencia."