Un punto y aparte es lo que viene a continuación. Esto es dos cosas a la vez y una sola al mismo tiempo. Esto es el epílogo de un año inolvidable y el prólogo del siguiente.
Parece absurdo hablar de lo rápido que transcurre el tiempo, pues por mucho que se diga, él no cederá en su avance inexorable. El tiempo... ¿acaso existe? Los días se quedan en nada. Un año se compone de días y si los días se quedan en nada, un año se transforma en poco más que un suspiro. Así ha sido.
A pesar de todo, si lo bueno, si breve, dos veces bueno, entonces este año merece calificarse como bueno. O más que eso. Este año ha sido extraordinario.
Es curioso cómo en ocasiones parece que los astros se alinean para hacernos creer que nada sucede por casualidad, que todo tiene una explicación, un orden lógico que supera los límites de nuestro entendimiento. En otros casos es el caos, lo imprevisible, lo que no esperas y te pilla desprevenido lo que te muestra a gritos la aparente conjunción caprichosa que rige el comportamiento de tu mundo. De cualquier modo, un año después me veo en la misma situación y me pregunto a cuál de las dos alternativas he de atribuir el mérito de haberme sumido otra vez en el centro de la tormenta.
Otro año que toca a su fin marca el punto final de este capítulo lleno de momentos inolvidables que me dispongo a concluir. Nos han quedado tantas cosas por hacer que casi me duele pensar en lo mal que hemos gestionado estos últimos meses, aunque pensándolo bien, quizá lo hayamos hecho de la mejor manera imaginable dentro de nuestras posibilidades. No es momento ahora de lamentarse por el pasado, sino de hacer un balance de este año tan bonito que, junto con el anterior, ha hecho de mi vida una experiencia más intensa aún por disfrutar. Doy gracias por este año y por sus protagonistas, los que al fin y al cabo, consiguen hacer de lo mediocre algo maravilloso.
Soy afortunado por haberlos conocido a todos, cercanos y menos cercanos, principales y secundarios; y por tener la oportunidad única e irrepetible de vivir una vida así.
El fin de este año llena de significado el futuro próximo y lo define con una palabra: cambio. Todo cambiará a partir de ahora. ¿Será malo? Seguro que no, pero cierto es que como poco será diferente, lo que es en sí mismo emocionante ¿verdad?
El cambio traerá consigo un hogar nuevo, despedidas largas y pequeñas variaciones en el modus vivendi de cada día. Visto así cualquiera podría pensar que es demasiado bueno lo que se deja atrás, pero yo prefiero ver este cambio como una oportunidad para descubrir otras formas de disfrutar de la vida y el tiempo, de hacer mejor mi día a día y de reinventar mi concepción de la felicidad.
La última noche de este año fue tan fugaz e intensa que me deja con la sensación de haber captado sólo a medias todo lo que tenía para ofrecerme. No obstante, consiguió mostrarme un pequeño adelanto de lo que está por llegar, de ese cambio que se avecina para el año próximo. Esa muestra ha sido suficiente para llenarme por dentro con emoción y expectación. Con ilusión. Y dudas. Porque siempre he de tenerlas, o en caso contrario algo me estaría yendo mal.
De cualquier modo, anoche cerramos Oviedo de la ¿mejor? manera que pudimos, o al menos de la mejor forma que fuimos capaces. Al hacerlo cerramos una puerta y dispusimos de manera adecuada todo lo necesario para concluir este capítulo, para terminar de redactar el epílogo de un año inolvidable. Al hacerlo abrimos también otra puerta y dispusimos de manera adecuada todo lo necesario para comenzar un prólogo, un capítulo nuevo cuyo título será diferente.
El cambio es necesario y es bueno. Así avanzaremos, evolucionaremos y mejoraremos. Además, las promesas del futuro, si se cumplen, son la fuerza motriz del presente. Gracias a todo ello nos iremos perfeccionando y nos encontraremos a nosotros mismos.
Por ahora sólo puedo comenzar a echar de menos lo que ya me falta, a aclarar mi cabeza revoltosa llena de ideas traviesas, a esperar impaciente lo que está por llegar y a recordar con alegría todos y cada uno de los instantes que han hecho de este curso un cúmulo de recuerdos imborrables.
Nos vemos pronto, antes incluso de que nos demos cuenta de que es ya hora de volver a empezar de nuevo.
Gracias por lo que fue, ha sido, es y será. Por lo que está por venir. Por todo.
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