Pon tu mano, la que me diste, sobre mi hombro
y avanza tras de mí pues la senda se estrecha:
por entre ruinas caminamos, el escombro
hollando del que fué castillo cuya flecha
penetraba en las pardas nubes y era asombro
de caminantes. Avizora nos acecha
del roto torreón aquella que ni aun nombro
por miedo de atraérnosla. De ti desecha
vanas ilusiones; á un porvenir marchamos
que fué gastado ya por otros; no me atrevo
con engaño á guiar tu vida; tropezamos
con el pasado al avanzar, todo es renuevo;
los en brote y los secos son los mismos ramos
lo que ha de ser ha sido ya, nada hay de nuevo.
Miguel de Unamuno
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