Soñar es viajar, es abandonar momentáneamente el lugar en el
que te encuentras e imaginar que es estás en otro tiempo, en otra parte... en
otra vida, en otro mundo. Es estar lejos y a la vez sentirte cerca; es
conocer lo desconocido, imaginar lo inimaginable, pensar lo impensable, ver lo
nunca visto y desmitificar el mito. Soñar es viajar y viajar es hacer real lo
que un día se hubo soñado.
Es tan fascinante y tan fácil dejarse llevar,
tan gratificante, tan reconfortante, que a menudo es inevitable querer hacer de
ese sueño y ese viaje algo tan real que acaba convirtiéndose en algo quizá
peligrosamente inabarcable. Es entonces cuando empiezas a soñar el sueño.
Las dimensiones, llegados a ese punto, no importan ya, como no importa desde
hace tiempo la distancia entre dos partes remotamente lejanas del mundo. Todo
adquiere un nuevo significado. El sueño se convierte en el viaje en sí mismo; y
a pesar de que soñar es viajar, soñar no es vivir en absoluto.
Viajar es,
en muchos casos, hacer realidad un sueño. En el momento de partir no solo
cargas con el incómodo equipaje físico, material, sino que llevas contigo
encima de los hombros una maleta bien llena de ilusiones, esperanzas,
expectativas y... sueños. Porque ellos son los que te han llevado a estar ahí
en ese instante, viajero intrépido en busca de una nueva aventura y un nuevo
comienzo.
No pesan ni ocupan espacio pero se hacen notar, y la cantidad de
todos ellos no se mide en kilos sino en latidos acelerados al llegar a un
destino, en emociones compartidas al descubrirlo y en lágrimas derramadas al
abandonarlo. No tienen nada de real, puesto que sólo tienen existencia
dentro de esa maleta que llevas contigo y que nadie más es capaz de arrastrar.
Pero, a pesar de todo, tienen un valor inestimable porque son el resultado de
un buen puñado de momentos de planificación, entrega y exaltación.
Es lo
que va dentro de esa maleta lo que va a ser el verdadero equipaje que, llegada la
hora, te será de utilidad a la hora de enfrentarte a la realidad de tu sueño. Viajar
es cumplir ese ideal; es añadir a lo que hasta entonces fue real para ti
un nuevo complemento.
Pero, ¿es tu realidad compatible con la realidad de
tu sueño? O mejor dicho, ¿es el equipaje que llevas contigo el adecuado para
enfrentarte a la verdadera naturaleza de lo que hasta entonces imaginaste que
sería tan sólo un cúmulo de ilusiones y pensamientos?
Sólo hay una manera de saberlo: vívelo.
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