miércoles, 28 de agosto de 2013

Hablemos

Cuéntame algo. Cuéntame sobre la vida, sobre el mundo. Háblame de ti; de tus ilusiones, de tus sueños. Háblame de tus miedos y tus anhelos, de tus esperanzas y tus proyectos. Háblame de tu futuro, de lo que quieres y lo que necesitas. Cuéntame lo que desees; háblame de lo que te apetezca, que yo escucharé callado, encantado, disfrutando de tus palabras y tus silencios.

A cambio te hablaré del tiempo, un curioso atrevido que juega conmigo como si fuese un niño. Te hablaré del tiempo y de lo rápido que convierte un instante en un recuerdo; de cómo fluye y esquiva cualquier resquicio del pensamiento. Te contaré lo mucho que le tengo miedo, ya que soy incapaz de ralentizar su movimiento, de hacer que un año no parezca más que un minuto. Te confesaré esto sólo porque habré descubierto que a tu lado el momento carece de tiempo. El tiempo carece en ti de sí mismo, pues tienes el don de hacerlo tu amigo.

lunes, 19 de agosto de 2013

Querer. Sentir.

Quiero mirarte a los ojos y sentir que el tiempo se para. Quiero verte sonreír y dejarme mecer por un mar en calma. Quiero que me mires a los ojos y sientas que la noche nos ampara. Quiero que... 

Tan sólo quiero que sientas que un instante robado a tu lado es mi mayor triunfo y mi mayor esperanza.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Se acercó, la miró y esperó.


No esperaba que hiciese gesto alguno, tampoco descartaba la posibilidad de que se fuese de allí; a pesar de todo sintió esa necesidad de arriesgarse, de descubrirse, de saber qué se escondía en aquella figura.

Apenas se movió, incluso dio la impresión de no haberlo visto. Lentamente giró el cuello en dirección a donde él permanecía sentado, alzó la cabeza y lo miró a los ojos sin temor y sin pudor. Las sombras se hicieron más claras y se sintió completamente desnudo: su interior revelado, expuesto a una luz que no brillaba pero que se abría paso a través de su mirada.

Con la misma ligereza que había empleado antes entreabrió los labios y, quedamente, murmuró:

- No recordarás nada de esto.

Lo cogió de la mano y lo arrastró fuera del bar. No dijo una palabra más, pero en realidad no hacía falta. Todo estaba dicho ya.

Aquella noche viajó a través del más intempestivo de los mares, naufragó en mil islas desiertas y contempló el nacer y el morir del viaje de la luna. Se perdió entre las estrellas y cuando el alba llamó a la ventana sólo pudo tomar aire y dejarse llevar arropado por las sábanas.

Con la mañana llegó la quietud y la calma; los recuerdos, sin embargo, se perdieron en el profundo pozo de la memoria. Así se lo hubo prometido, pero quizá él conservaba algo con lo que ella no contaba: la esperanza. 

De la nada surgió la única imagen que guardó consigo hasta el momento en el que los colores se tornaron grises y el mundo fue perdiendo luz. Aún en ese instante un recuerdo robado acudió a su mente, el recuerdo etéreo de la línea que trazaba la curva de su espalda.

Su refugio silencioso en aquella noche eterna.

lunes, 5 de agosto de 2013

viernes, 2 de agosto de 2013

Sí, muchas cosas cambiaron. El cálido refugio de las tardes de verano proporcionó la calma necesaria para que la mente pudiese liberar las cadenas que la maniataban y volar libre.

La mente ordenó su existencia, su cómo y su por qué. Se alzó por encima del mar de dudas que se cernía inexorable sobre ella y alcanzó un remanso de sosiego en el que encajó cada pieza y detalle.

El puzzle que la mente no podía resolver al fin vio su momento cúlmen, el instante de la determinación férrea, de la irrevocabilidad absoluta. La comprensión de la verdad fue el punto final que marcó un nuevo comienzo.