Cuéntame algo. Cuéntame sobre la vida, sobre el mundo. Háblame de ti; de tus ilusiones, de tus sueños. Háblame de tus miedos y tus anhelos, de tus esperanzas y tus proyectos. Háblame de tu futuro, de lo que quieres y lo que necesitas. Cuéntame lo que desees; háblame de lo que te apetezca, que yo escucharé callado, encantado, disfrutando de tus palabras y tus silencios.
A cambio te hablaré del tiempo, un curioso atrevido que juega conmigo como si fuese un niño. Te hablaré del tiempo y de lo rápido que convierte un instante en un recuerdo; de cómo fluye y esquiva cualquier resquicio del pensamiento. Te contaré lo mucho que le tengo miedo, ya que soy incapaz de ralentizar su movimiento, de hacer que un año no parezca más que un minuto. Te confesaré esto sólo porque habré descubierto que a tu lado el momento carece de tiempo. El tiempo carece en ti de sí mismo, pues tienes el don de hacerlo tu amigo.
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