Muchas veces me pregunto qué es la felicidad; en qué consiste exactamente, si existe de verdad y si es precisamente esa sensación que en ocasiones noto que invade mi interior. Casi ese mismo número de veces acabo llegando a la conclusión de que lo que me inquieta realmente es saber qué es para ti la felicidad; si se parece en algo a lo que yo siento o si tiene el mismo significado que tiene para mí.
No me atrevo a preguntarte porque creo que sensaciones como éstas son muchas veces difíciles de describir con palabras, pudiendo incluso tener poca cabida fuera de cada una de nuestras traviesas cabecitas locas llenas de pensamientos incesantes. No obstante, que no te lo haya preguntado nunca no quiere decir, ni mucho menos, que no me muera por saber qué opinas tú de todo esto.
Después de haber vivido un buen cúmulo de momentos y recuerdos sé que puedo trazar unas líneas bastante seguras sobre este lienzo de imaginación e infinidad para esbozar un boceto que refleje lo que es y significa para mí ese ideal tan hermoso e inabarcable.
Te podría decir... no sé, decenas de cosas que encajarían a la perfección en ese dibujo y a la vez ninguna, pues no creo que sea capaz de plasmar en una imagen toda la complejidad y belleza de un sentimiento. Y no sólo eso; no me gustaría hacerlo porque no es la felicidad algo que tenga sentido y existencia por sí misma... Sin tu felicidad yo no podría ser feliz, así que cada trazo será a la vez el tuyo y el mío propio, pues sé que si no es compartida, nada de ella tiene sentido.
Para mí la felicidad es mirar al cielo en un día de sol y sentir su calor y color, ver a los colores del mundo resplandecer y a la vida florecer; es también respirar el aire de la montaña y del mar, sentir el agua salada por mi piel... Para mí la felicidad es ver una película o escuchar una canción, llorar una película o una canción, sentir cómo toman las riendas de mi desbocado corazón para hacerlo latir límite y sin control. La felicidad es poder morder el frío de un helado en el calor del verano, tomarme una cerveza, o un café, o un chocolate sentado junto a una mesa donde sólo el tiempo transcurrido es a la vez una medida de sí mismo y de todo lo demás; es también la felicidad lo que siento al leer, al dormir, al correr y al saltar, al caminar a la caída del sol persiguiendo los pasos que sólo yo trazaré en pos de un horizonte desconocido que sólo yo seré capaz de alcanzar...
La felicidad es una y mil cosas a la vez, por extraño que parezca, pero es y lo creo así. La felicidad es poder sentirme seguro en el refugio que me ofrece la mirada de una persona querida, en unos brazos que velan por mi seguridad y tranquilidad, en un beso que me es entregado porque hay alguien que quiere hacerme sentir especial. La felicidad es que una sonrisa me eleve por encima de las nubes y me haga confundirlas con el mar.
Me siento feliz al dejarme caer al suelo por la noche, sobre el asfalto, la arena y la hierba, al alzar la mirada y contemplar el manto infinito de motas de luz que como polvo suspendido eternamente en el vacío, me observan desde la distancia y me sonríen porque saben que ellas, al igual que yo, se sienten felices en ese instante.
Felicidad es sentirme joven, sonreír, gritar, cantar y bailarle al mundo que la vida es una pequeña gran maravilla, y este momento, un regalo precioso que tiene tanto valor porque puede desaparecer en apenas lo que dura un suspiro.
Y dicho todo esto, sólo hay una cosa de la que estoy auténticamente seguro: la felicidad existe porque tú existes, porque para ti existe y porque tú existes para mí en la misma medida en la que yo existo para ti. ¿Qué es, pues, para ti la felicidad?
Cuéntamelo, que me muero de ganas de aprender a disfrutar de ella contigo.
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