Y tú, casual y momentáneo observador silencioso de ese retablo de luz, de vida y de color no puedes evitar sentir como si una flor se desperezase en tu interior por primera vez tras el paso del invierno. Parece que sólo hay lugar para la esperanza y el optimismo. El día brilla y tú brillas con él. Porque dejarse llevar suena demasiado bien.
Sabes, sin embargo, que todo es un espejismo. Un preludio que sirve de preparación para lo que está por venir, que será gris, negro, verde, azul y dorado. Todos a la vez, o quizá falte alguno. No lo sabes.
Algo es seguro: eso que ahora contemplas pronto desaparecerá para no volver jamás.
Nostalgia...
Y te preguntas a dónde te arrastrará a ti esa sombra que se cierne sobre las montañas...
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