viernes, 28 de octubre de 2022

Felicidad


¿Qué es la felicidad?

¿Qué es ser feliz?


¿Es un estado transitorio, un instante fugaz o una estación perenne en el camino de la vida? ¿Se crea, cultiva o cuida? ¿Se encuentra por casualidad, casi como si fuese un tropiezo, cual baldosa despegada ligeramente de las demás en un pavimento agrietado y viejo?


¿Es el culmen de la consecución de sueños y superación de retos y expectativas, o por contra la causa que te empuja a la realización de todos ellos?


¿Te busca? ¿Te sorprende de improvisto? ¿Se hace? ¿Se tiene? ¿Es amiga de la suerte?


Lo único que sé es que la felicidad es líquida, pues adopta la forma del recipiente que la contiene. Ese recipiente rara vez es perfecto, casi siempre tiene algún defecto, bien por diseño o desgaste, que reduce su volumen y su utilidad.


La felicidad es también enemiga del espejo, porque su propio reflejo constituye la muestra inequívoca de la imperfección de su figura; de las múltiples aristas y los mil matices que afean lo que, desproveyéndola del atrezzo que conforman las circunstancias, es sin duda alguna la más inefable de las cosas hermosas que habitan este mundo.


¿Has sido feliz alguna vez o, por el contrario, creíste serlo?


¿Cómo podemos saber reconocer un sentimiento que nos es esencialmente ajeno, que es único y diferente para cada uno de nosotros y sobre el que jamás se alcanzará un común acuerdo?


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Alza la mirada al cielo esta noche conmigo. ¿Ves el tapiz infinito del cielo estrellado? Estrellas que son recuerdos lejanos de promesas que alguna vez fueron, testigos vigilantes de presentes irrepetibles y cimientos inquebrantables de sueños que permanecerán aguardando a que te atrevas a imaginarlos.


¿La felicidad?


La felicidad es un destello efímero, ese cometa, cuerpo rutilante que atraviesa el manto celeste conectando la miríada de estrellas suspendidas en el vacío del espacio, cual hilo conductor en el tejido del tiempo.


El misterio, y milagro, será ser capaz de ver y reconocer todas las estrellas fugaces que cruzarán el cielo en cada una de las oscuras noches de tu pequeño universo, vertebrando tu existencia y dotándole a tu vida de significado, sentido y luz.


En ellas hallarás, al contemplarlas, siempre y a pesar de todo, la esencia pura y verdadera de tu felicidad.



sábado, 18 de junio de 2022

Los interminables días contados

There are times that walk from you like some passing afternoon...

Si tan sólo pudiéramos reconocer el momento en el que el tiempo comienza a escapársenos de las manos, a correr veloz en una huida inexorable en la que somos a la vez protagonistas y espectadores... ¿haríamos algo diferente con lo que sucedió antes de ese instante?

Nada es sencillo, o al menos no aparentemente, pero cada día que pasa todo se torna levemente más complicado, más complejo y más inevitable. ¿Es, tal vez, la proximidad a eso que llamamos muerte lo que nos arrebata la sensación -casi pueril- de posesión del presente? Lo que un día fue calma ¿fue real o es simplemente el reflejo de una ilusión que entonces fuimos capaces de disfrazar de verdad?

There are things that drift away like our endless, numbered days...

El futuro es un agujero negro que atrae hacia sí el tiempo que se nos ha dado. Y nosotros nos arrastramos por él, en un esfuerzo fútil por luchar contra una atracción insuperable y más grande y poderosa que cualquiera de nosotros.

Un día nos creímos invencibles, pero el engaño quedó revelado cuando llegó el momento de echar la vista atrás para darse cuenta de que, en algún punto del camino, nos olvidamos de valorar cada instante como si fuese el último; cuando nos permitimos el terrible lujo de dar un instante por sentado, de obviar lo extraordinario que se ocultaba entre los fragmentos de un presente irrepetible.

There are sailing ships that pass all our bodies in the grass...

Y entonces comienzas a sentir cuán lejos te hallas, ahora, del hogar. De ese refugio ficticio que sólo existe en tus pensamientos, donde te reconcilias con la vida cada vez que a él retornas, cuando la vorágine en la que se convirtió -o dejaste que se convirtiese- el presente aprieta sin llegar a ahogar, mas lo suficiente pare recordarte que jamás habrá vuelta atrás.

Cuando intentar recordar se torna doloroso, porque hay fallos, y faltas; piezas que antaño encajaban ahora han desaparecido o han perdido su forma y color. La vida, junto con sus designios, sigue su curso insalvable.

There are things we can't recall, blind as night that finds us all...

Hay al menos un atisbo de esperanza, pues aunque las etapas se desdibujen conforme quedan atrás y el destino del viaje no sea ya desconocido, será en el camino donde verdaderamente uno hallará el significado de la caprichosa relación entre la vida y la muerte; la memoria y el olvido; lo caduco y lo infinito.

Nada tangible queda del ayer, de lo que fuimos, de lo que vivimos. Tan sólo recuerdos caídos sobre la hierba como hojas arrojadas sobre ella por un viento que no puede parar de soplar. Pero al igual que el otoño con sus hojas y tonos marrones nos recuerda que existió la primavera, y que porque ella estuvo aquí con nosotros nos hallamos ahora donde estamos, los recuerdos son testigos fieles de que lo que un día te resultó real no fue simplemente un espejismo.

Tú fuiste.

Tú estuviste.

Tú sentiste.

Tú viviste. 

But my hands remember hers, rolling around the shaded ferns
Naked arms, her secrets still like songs I'd never learned...

Por ello, no debes dejar de creer. Y de soñar. Y de rememorar.

There are names across the sea, only now I do believe...

Rememorar para no olvidar, para restaurar en tu conciencia la fortaleza imbuida por el legado de una vida feliz, plena y cargada de instantes dorados.

Sometimes, with the window closed, she'll sit and think of me...

El tiempo se agota, cada vez es menos tuyo, excepto cuando te detienes apenas un segundo para recuperar aquello que un día te hizo sentir infinito e invencible.


El regalo sencillo de los interminables días contados.



jueves, 10 de marzo de 2022

Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus

 


«Son parte del pasado ahora, pero me hicieron sentir tan libre y tan feliz que no concibo otra cosa que poder traerlos de vuelta...»


La fuerza de la nostalgia se torna a veces insoportable, opresiva y asfixiante, al comprobar cómo la vida y el tiempo se escapan escondidos entre los granos de arena que se escurren por las palmas de mis manos.

Algo hay, sin embargo, más poderoso e intenso que la nostalgia: la gratitud. Agradecimiento puro, sincero e infinito por todo aquello que mi corazón ama: los lugares y personas que me hacen ser, que me han acompañado, transportado, llevado al punto en el que hoy me encuentro y desde el cual contemplo, completamente abrumado, la fortuna inmensa que invade este camino de la vida por el cual transito.

Los granos de arena, antes de caer, brillan al sol. Se convierten en rutilantes piedras preciosas que se dejan arrancar destellos fugaces, hermosos y efímeros, de todos los colores. Centelleos que son recuerdos, emociones e instantes.

La vida se escurre entre mis dedos. Pero mientras lo hace, Dios mío, qué bonita luce en su caída perpetua hacia el abrazo con la muerte.


Gratitud.

Por todo.

Por todos.

Nostalgia.

Y gratitud.


Alegría; una sonrisa; un año más.


Un rayo de sol.





sábado, 1 de enero de 2022

2022



Querido Going Solo…


Hoy, por primera vez en mucho tiempo, me he animado a volver a escribir. No es, sin embargo, la primera ocasión en la que haya sentido la necesidad de hacerlo, pero sí es ahora cuando he vuelto a encontrar la motivación y voluntad necesarias para llevarlo a cabo.


El cambio de año es siempre un momento crucial en nuestro recorrido alrededor del Sol para detenernos un segundo y hacer balance; recapitular, reflexionar y poner en perspectiva lo que tenemos, lo que llevamos con nostros hacia el futuro y lo que dejamos atrás.


No he podido evitar hacerlo, así como tampoco he podido evitar percatarme de aquellas cosas que no son como querría que fuesen, que faltan, que han desaparecido o que directamente han dejado de ser por el simple transcurrir del tiempo y el caprichoso devenir de las circunstancias.


Soy un firme defensor de lo bonito, lo bueno y lo bello. De las pequeñas cosas y los pequeños grandes momentos. Pero al completar este ejercicio de introspección, en este año emerge un sentimiento nuevo en mí; un sentimiento que es una mezcla de varios a la vez, pero que está indeleblemente teñido de un tono de pesadumbre, de tristeza, de nostalgia y de decepción.


Después de tanto tiempo, he sentido la necesidad sincera de pedir perdón. Pedir perdón y dar las gracias, pues no cabría en mí la culpa de no existir también una inmensa sensación de plenitud al darme cuenta de la privilegiada posición que ocupo en este minúsculo reducto del mundo. Sentirte afortunado te enfrenta de una manera brutal a ti mismo, te pone a prueba y eleva al grado superlativo el sentimiento de responsabilidad derivado del maldito, y bendito, agradecimiento por la oportunidad brindada de recorrer este hermoso camino y poder hallar maravillosos acompañantes en él.


Pero esa fortuna no es concedida a la ligera; viene cargada de un enorme compromiso que resulta absolutamente ineludible: para dar, para compartir y para estar a la altura. Porque todo privilegio conlleva una gran responsabilidad.


Hoy, por encima de todo, quiero dejar constancia de mi remordimiento.


Remordimiento y promesa de superación.


Por todas las ocasiones en las que fui necesario y no cumplí las expectativas.


Por los momentos en los que se me esperó y no aparecí.


Por llegar tarde.


Por no estar, o por estar poco.


O por desaparecer.


Por errar al priorizar.


Y por fallar.


Por prometer y no cumplir.


Por decepcionar.


Por la desidia.


Por la dejadez.


Por no cuidar.


Por dejar ir…



Prometo que jamás fue mía la intención de eludir ni mi compromiso ni mi responsabilidad. Si no estuve a la altura sólo me queda pedir perdón, y desear poder seguir siendo digno del regalo que es el tiempo, la compañía, el pasado, el presente y el futuro de toda la vida que nos queda por vivir.


Si existió un momento habita en mí un recuerdo, y por ello será para siempre un tesoro en mi corazón.


Si mañana fuera el último día, no podría irme sin dejar todo esto aquí escrito.


Y si no lo fuera, estas palabras conformarían simplemente el propósito más firme que jamás me atreví a formular al dar comienzo un nuevo año.


Gracias a todos por estar; por ser.


Por lo vivido.


Y por lo que esté por llegar.