sábado, 16 de enero de 2016

Home is where your heart is

Chavela Vargas dijo que "uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida", y aunque a veces no sea posible hacerlo, nunca jamás olvidas lo que fuiste y te hizo ser aquello que fuiste allí donde alguien te enseñó a ser feliz y amar la vida.

Por eso, al regresar al lugar donde sientes que perteneces recuperas la vitalidad y esperanza que creías haber perdido. El pasado ya no importa porque el presente es brillante, más brillante de lo que había sido en mucho tiempo.

El corazón se te acelera; nada puedes hacer por evitarlo.
Una sensación de vértigo en el centro del pecho, como si hubieses olvidado cómo era eso de respirar.
Tu mente naufraga en un mar de emociones que no puedes controlar.

Alegría nerviosa.

Una puerta entreabierta, esperando a que la cruces, protegiendo tras de sí todo aquello que tanto has echado de menos.

Y al fondo...

Un abrazo, una mirada, una sonrisa, un beso o una palmada en el hombro. Todas a la vez o de una en una; esas son las cosas que te demuestran que sí, que al fin estás en casa.

El corazón recupera su ritmo habitual y sientes como si todo el aire de tus pulmones se hubiera escapado para siempre en ese suspiro infinito que eres incapaz de retener. Parece incluso que las piernas podrían fallarte en cualquier momento.
Te sientas, casi temblando, y tu mirada se pierde en algún lugar que ni siquiera tú conoces. La cabeza te da vueltas; piensas en nada y en todo a la vez.

El tiempo deja de tener consistencia y todo transcurre a la velocidad de la luz.

Eres tú, eres de verdad, estás aquí.

Te ríes. Por dentro también. Y lloras de felicidad, sólo por dentro, porque no quieres estropear ese momento tan especial.

Inspiras profundamente. El aire vuelve a recorrer e inundar tu interior. La realidad empieza a ser nítida otra vez. Reconoces olores, formas, colores, texturas que ya conocías y que habías aprendido a amar.

No eres el mismo que eras antes pero sientes, si cabe, que hoy tu hogar es aún más aquel en el cual te encuentras.

Sale el sol... y una tímida sonrisa nerviosa se atreve a asomarse a las comisuras de tus labios.

Qué afortunado eres de poder estar en el lugar donde aprendiste a amar la vida con las personas que te mostraron cómo hacerlo.

Qué afortunado eres de poder estar en el lugar y en el instante al que perteneces.





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