A veces estás rodeado y te sientes solo, otras estás solo y te sientes acompañado; piensas cuando no quieres pensar, piensas lo que no quieres pensar, dudas cuando no quieres dudar. Te gustaría encontrar un segundo de calma, sosiego, paz.
A veces es complicado poder hallar un rincón donde puedas permitirte el lujo de dejarte llevar, de estar sin más ni más...
"A veces, por muy alta que pongas la música sólo puedes oírte a ti mismo."
Y otras veces, durante un lapso de tiempo brevísimo y glorioso, todo cobra sentido. Unas luces se apagan, otras se encienden. Suena una guitarra y una voz. El sonido te envuelve, llena tus oídos, tu cabeza e inunda tu interior.
El poder de la música, de una canción.
Un acorde.
Tres minutos y medios de emoción.
Pulso acelerado, pensamiento a la deriva.
Entonces todo encaja, o casi todo. Pero lo que no lo hace no te inflige tanto daño. Lo malo se hace menos malo y lo bueno aún más bueno.
Se disipan las nubes. Sale el sol.
El hechizo dura poco, pero mientras persiste su efecto ese paréntesis abierto en el espacio y en el tiempo resulta absolutamente maravilloso.
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