lunes, 23 de septiembre de 2013

1-14-1

Un parque. El sol. El cielo azul, rojo, naranja y amarillo. Un atardecer; el atardecer que despide un verano inolvidable. Las montañas recortadas en el horizonte, bañadas por los últimos rayos de luz.

En ese pequeño paraíso apuro los rezagados instantes que aún quedan de un fin de semana increíble, tanto por los momentos como por sus protagonistas.

Descubrí que existe la perfección, el ideal siempre perseguido que hasta hoy no quería dejarse ver. Desaparecida la quimera, queda simplemente hacer del sueño de tantas noches la realidad de los días.

¿Qué es eso sino una proposición egoísta, indecente? Lo es, pero no por ello significa que deba dejarse atrás. En la vida hay ocasiones en las que uno debe aferrarse a sus deseos para salir adelante, para ser feliz y, en definitiva, para luchar por lo que quiere.

He pasado demasiado tiempo persiguiendo sombras. Acepté las consecuencias de ello y cuando la verdad caló en mi interior fui consciente de mi estupidez. No por ello cesé en mis intentos y sólo encontré el vacío a mis pies.

Esta vez, sin embargo, todo es más... real. Es pueril, casi suicida y desesperado, pero ahora que he descubierto que mi pasión por aquello que da sentido a la vida es recompensada con la visión de la imagen fiel de su silueta, no puedo dejar de pensar que las oportunidades hay que hacerlas propias arriesgándose a perder, mas si se puede perder, tanto o más se puede ganar.

Quiero arriesgarme esta vez, sin importar lo que pierda por el camino. El verde de unos ojos es más verde si se miran con devoción.

Quiero forjar mi propio sueño en mi única realidad. Quiero luchar por ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario