jueves, 26 de septiembre de 2013

El más insignificante detalle basta para hacer que mi mundo se estremecezca. Esto es sólo el principio; el comienzo de algo nuevo, virgen, desconocido, inesperado.

¿Con tanto por descubrir, por qué el temor a perderlo?

Quiero soñar sin límites, entregar mi mundo, pero he aprendido de los errores y por eso quiero mantener mis pies sobre el suelo, firmes. La cautela y la paciencia guiarán mis pasos en el futuro.

Aunque, bien pensado, sin esperanza no hay futuro, sin futuro no hay presente y sin presente... no hay nada.

El hoy es el ayer del mañana. El ahora es el luego de lo que fue antes. Al compás del tiempo se escribe todo y marca ahora el ritmo del baile de sus ojos.

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