Durante mucho tiempo contemplé el mundo a simple vista y aprendí a apreciar y valorar lo que ante mis ojos se revelaba como la única y auténtica realidad a mi alcance.
Pero no fue hasta que te conocí y te atreviste —de aquella manera tan inocente y casi casual tuya, pero al mismo tiempo segura y resuelta— a aparecer delante de mis ojos para eclipsar parcialmente esa visión del mundo tan particular que poseía, cuando me percaté de que ya no quería tener que enfrentarme a la realidad como era antes de que aparecieras tú para transformarla.
Y entonces quise hacer de cada instante un recuerdo imborrable que estuviese a salvo de la erosión ejercida por el transcurso del tiempo. Quise grabar a fuego cada segundo que pasase contigo en este hermoso mundo.
Y así, de esa forma tan pura y sencilla, fue como hiciste que me convirtiera en tu fotógrafo favorito.
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