¿Se debe creer en algo que no está?
Me pregunto dónde está el límite y dónde la esperanza.
Perseguir fantasmas; sueños que sólo tú imaginas, que sólo tú protagonizas.
Son tantas las ideas que machacan tu cabeza que a veces desearías dejar de pensar; apretar un botón y que todo se apagase. Como la televisión. No quieres ruido. No quieres ese murmullo de fondo que rompe la tranquilidad de la mente.
¿Cuánto se puede aguantar? ¿Cuánto se debe aguantar? ¿Cuánto tiempo transcurre hasta que se pierde la fe, hasta que se cede a la desesperación?
Quiero saber cuántas decepciones puedes llegar a acumular. Quiero saber hasta cuándo se puede creer en lo inalcanzable, en lo que anhelas y jamás alcanzas.
Quisiera saber cuándo lo sutil, lo imperceptible, empieza a gritar para destrozar la calma de la que se fingió disfrutar.
Quiero creer en lo increíble. ¿Por qué no? Lo increíble me hace sentir vivo.
¿Creer? ¿En qué?
En algo que no conozco y que se mantiene escondido de mí.
Ingenuo... Estúpido. Tú sólo quieres soñar.
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