Hola.
Abre la puerta, pasa. Di cualquier cosa.
¿Qué tal el día?
Es suficiente. Siéntate y dedícame un solo minuto. Alza la cabeza, mírame sin más.
Despídete y vete (¡no lo hagas!). Déjame aquí embobado, persiguiendo con la mirada la estela de algo que no es nada y lo es todo a la vez.
Adiós.
Vuelve pronto, porque es demasiado difícil vivir del aire.
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