Los días grises oprimen y hacen de las preocupaciones agujeros negros que engullen la luz y la felicidad. Las ganas de gritar se hacen insoportables. El cielo llora y tú quieres llorar con él, pero no puedes. Simplemente te sumerges en la melancolía y desde esa perspectiva gris te fundes con los días grises. Esperas allí, a que algo o alguien te ayude a salir.
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